De nada sirvió a Maese Kill prohibir ser molestado mientras trabajaba: alguna vez le vieron colgado cabeza abajo, como un murciélago, en medio de la sala a oscuras, casi sepulcral todo él ataviado de blanco hasta la cabeza, como envuelto en una mortaja; y le creyeron un muerto viviente, un 'vampiro' en trato con el diablo, como Fausto y tantos mas.
Cuando al fin se procuró grandes espejos venecianos para 'enderezar' la imagen de la Catedral proyectada en la cámara oscura, y pudo trabajar de pie y mostrar sus avances a los miembros del capítulo y autoridades, ya era tarde: la fama de nigromante se había extendido casi tanto como el recelo que a todos inspiraban sus costumbres, sus maneras, su aspecto mismo. Se convirtió en la 'comidilla' de la ciudad; sospechaban de él y le adjudicaron lo imposible, hasta volar: incontables anécdotas lo situaban en todos los lugares, en todas las épocas, siempre allí donde algo anómalo y perverso ocurriera.
Imagen: Daniel Arsham